domingo, 10 de abril de 2011

Transformación de las universidades y Gerencia académica

Hace tiempo las universidades  han debido cambiar su modelo  académico- curricular y  su modelo de organización. La ley de  universidades del  70   ya  no  ofrece   el apoyo. A pesar que la UNESCO, ORUS,   otros  organismos y personalidades con suficiente  tiempo  han hecho diagnósticos y recomendaciones sobre el nuevo modelo de  educación superior.  Sin embargo las  universidades  en especial la autónoma no  lo ha  hecho.  El gobierno decidió hacerlo pero  tuvo que  suspender la   ley por la resistencia que provoco, por las incongruencias en  su contenido como lo señaló el presidente de la república.   Ahora,  universidades y gobierno, académicos,  políticos y comunidad  en general   hacen un esfuerzo para lograr una nueva ley   con la condición de ser   participativa su  elaboración, de ser autónoma, de garantizar  la inclusión de los estudiantes, de tener pertinencia social. De ser transdisciplinaria como  lo ha      fundamentado   Morin  y Lanz  entre otros.  Parece que la  vía  de una nueva ley   sea la más lógica para el cambio, sin embargo recurriendo  a  la historia de las universidades esto no es una garantía. Es necesaria pero no es  suficiente.   Así como  otras estrategias como la de proyectos. Leyes y modelos pasan por un ciclo de  euforia e inicio  del cambio,   la  aplicación  y  declinación sin llegar a saber  hasta dónde impactaron  en la organización.   Termina ganando  la inercia, las  influencias extra académicas como el gremialismo y el politicismo. O simplemente la  paralización por falta de presupuesto.

Para lograr  y aprobar la ley se utilizan las estrategias  de  las asambleas o de las comisiones de expertos. Para su aplicación se recurre  a la experiencia, a la voluntad  y a la buena fe de las autoridades  y personal que las van  aplicar.   Mientras tanto  todo ha   marchado  igual. Desde las reuniones del CNU y los Consejos Universitarios, hasta las paralizaciones por presupuesto o transporte estudiantil.  Sea una nueva ley  o proyecto global  o particular de cambio, el gran problema  ha sido   siempre el hecho que  no se ha monitoreado el cambio, y no se   ha hecho   porque  no se ha  discutido  a fondo el papel estratégico   que ejerce la gerencia en esos procesos. Pasan equipos rectorales con o sin experiencia en materia académica. Todo queda en curso y muchas veces no se le da continuidad al cambio.

La ausencia de gerencia ha  generado un cementerio de  proyectos y de frustraciones que hace  pensar que la universidad nuestra está condenada a  fracasar.   No es que  la universidad no avanza porque  se introducen  los partidos o los gremios.  O porque    la dirige la izquierda  o la  derecha.    No avanza porque falta  instaurar  un sistema orgánico de administración y gerencia  académica.  En un estudio   demostré que el  87 %  de los directivos no estaban  capacitados para gerenciar  la universidad  a pesar de    tener un rango académico elevado. Desde  1990  en LUZ  desarrollamos  el  programa de gerencia académica. Con  el respaldo  de un texto que lleva tres ediciones en castellano y una en inglés: HOLOGERENCIA ACADÉMICA.(2004). 3ra edición. Maracaibo, Editorial de la Universidad del Zulia,  donde señalo, luego de hacer  un diagnóstico de  toda la organización  algunos principios y prácticas   para el cambio universitario, como los siguientes:

1-  No es la gerencia lo que  determina la organización   sino   que  es la   naturaleza de la organización la que determina la gerencia. Este principio hizo que los 120 profesores que formé y los  15 facilitadores entendieran que lo primero  es la academia, y sobre esto   la  aplicación de tecnologías, como la gerencial para poder viabilizar los planes de docencia, investigación  y de extensión. Al principio  hubo resistencia en cuanto a la gerencia, sobre todo por el carácter pedagógico  predominante. Se creía que  la pedagogía es  la única  vía para conducir la educación, cuando el problema era  interdisciplinario.

2- Se busca una integración más no una fusión entre gobierno, comercio,  industria y comunidad. Este principio  fue  una reacción al   enclaustramiento de las  universidades y su aislamiento contextual. La autonomía se entendía como autarquía  y que bastaba cumplir con sus  fines para  poder tener una posición dentro de la sociedad.  

3-La gerencia mantiene un equilibrio entre  la  tradición  académica y lo  nuevo, entre reforma y  transformación,  entre   innovación y cambio. Este principio nace  para diferenciar entre el proyecto de transformación y  el método de cambio institucional.  Ya se sabe que todo proyecto nuevo  trae  resistencia al cambio. Empleando la  propuesta de DESARROLLO ORGANIZACIONAL   se busca  considerar que es lo que en la actualidad se puede considerar, o cuanto va a durar mientras  que  se introducen los cambios de forma y estructura.

4-  todo cambio debe significar  un reaprendizaje  organizacional hasta conformar  una nueva cultura y dado poco a poco. Esto se tiene  que acompañar de cursos de formación para  el cambio organizacional. Desde  cursos de sensibilización el cambio,  hasta cursos de actualización o  reciclaje del  personal   tanto en las áreas  de  las especializaciones como del curriculum.

5- un cambio a favor de los estudiantes debe   favorecer  en la  misma medida a los profesores y  demás  miembros de la comunidad.  El cambio  debe ser integral donde se involucren  todos los actores. Ganar  ganar  para todos.  Beneficiar  a todos.

6-Que todo  cambio  garantiza la estabilidad  del personal universitario. Uno de los miedos para el cambio es que el personal  cree que lo van a botar. Entonces es necesario decretar la estabilidad.

Todo lo anterior se logra negociando,   estableciendo  tiempos, acuerdos  aquí y allá, sin  paralizar  los planes en marcha. Como Sociólogo no condeno la presencia de los  partidos  y grupos políticos. Lo que  critico es   la falta de visión que  estos factores  han tenido en los últimos  treinta años. Encerrados   solo para  mantenerse en el poder. Gozando de  privilegios. Excluyendo al perdedor del mando. Ganando elecciones pero abandonando  a sus representantes, bien   como rector o jefe de departamento.    Y lo que propongo es  entonces un diálogo entre  política y academia. Acordar los cambios, llamar a la participación y  garantizar el cambio.


David Moreno

17812731

CRF

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