domingo, 28 de noviembre de 2010

Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI en Venezuela.















Las experiencias de construcción de sociedades socialistas tuvieron en el siglo XX importantes reveses; la caída del supuesto "socialismo real", dada su aplicación forzosa y exógena, la crisis de un inoportuno modelo extensivo en la economía, el aislamiento de la clase dirigente y la no fidelidad al pensamiento autóctono de las naciones, ha hecho pensar en la obsolescencia del modelo socialista para satisfacer a las necesidades de la humanidad.


No obstante en nuestro continente, de sus crisis sociales extremas, de sus venas abiertas, de sus aldeas indígenas y verdes llanuras, de su literatura telúrica, surge nuevamente el Socialismo como camino forjador de una nueva sociedad, con la fuerza de los movimientos sindicales, indígenas y sociales. Llamado Socialismo del siglo XXI es un fenómeno político que avanza en su influencia con el resurgir de la izquierda que pretende distanciarse de los esquemas y errores del modelo eurosoviético, a partir de una nueva concepción genuinamente americana. El socialismo del siglo XXI no debe, sin embargo, renegar de la herencia del más alto pensamiento humano (el marxismo incluido), tal como sucedió con el socialismo europeo. En consecuencia una de las proyecciones democrática, popular y antiimperialista en el poder, es el proceso revolucionario de Venezuela liderado por Hugo Chávez.
El desarrollo revolucionario y de conciencia de las masas en Venezuela ha sido resultado de un proceso que se gesta desde el Caracazo, que fue un levantamiento espontáneo de las masas sin dirección política, pero expresión de su descontento, y señaló a las fuerzas de izquierda que la crisis económica y política del país había llegado a su punto más extremo y que podía ser superada a través de un movimiento político que llevara al poder a un gobierno democrático y popular que echara por tierra el desgobierno y el entreguismo de Carlos A. Pérez.
El antecedente del movimiento político venezolano que hoy se conoce como V República es el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200), congregación de militares fundada en 1983, que se preparó durante años para la confrontación violenta contra una estructura de gobierno que le daba la espalda al pueblo. Los fundadores de este movimiento y sus principales líderes fueron Hugo Chávez, Jesús Ernesto Urdaneta y Felipe Acosta Carlos.
Sus objetivos eran rescatar los valores patrios, dignificar la carrera militar y luchar contra la corrupción. Sus bases ideológicas radican en el bolivarismo, que es un cuerpo de principios y valores en construcción que ofrece una explicación del punto de partida y de los caminos para su superación. Sus fundamentos filosóficos y políticos son Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez, quienes abogaron por la originalidad que deberían presentar las instituciones latinoamericanas de gobierno y la inconveniencia de trasladar modelos inaplicables a la realidad de nuestros países.
Este proceso nacionalista y democrático-popular se establece como parte inseparable de las luchas emancipatorias que se fundamentan en los próceres latinoamericanos, especialmente en Bolívar, así como en las ideas de Mariátegui, el Che Guevara y Fidel Castro como sus más genuinos representantes. Chávez refiriéndose al carácter revolucionario y auténticamente democrático del proceso revolucionario expresó:
La revolución social es eso: cambiar los patrones de comportamiento de una sociedad a la que hay que tocarle la llaga (...) Es decir una revolución social cuyo objetivo es una situación de igualdad, de felicidad, y seguridad social a su pueblo. Esta revolución es mucho más difícil, pero teniendo la primera se facilita la segunda, la social.[1]
Su programa, de amplia participación popular con resultados concretos en las medidas que han favorecido a las mayorías, se ha encaminado a la transformación del sistema de corrupción política del país al separar del poder a los funcionarios vinculados a estas prácticas. Es un gobierno revolucionario en el poder que ha enfrentado la privatización para eliminar los efectos nocivos del neoliberalismo, ha apoyado a los sectores más desposeídos de la sociedad, ha ampliado la red de servicios médicos y educacionales hasta los lugares más lejanos y se ha empeñado en hacer una reforma agraria que frene el latifundio y en controlar los recursos petroleros de Venezuela a través de la reestructuración de PVDSA para ponerla en función de los intereses de la nación y de la ayuda solidaria a países hermanos. Ello le ha proporcionado un apoyo muy amplio de la población.
En el Mensaje Bolivariano a la Nación del 4 de febrero de 1992, cuando se produce la asonada golpista dirigida por Hugo Chávez, se consignaban los propósitos esenciales que animaban al Movimiento Bolivariano Revolucionario de sanear el país y construir una sociedad nueva en Venezuela.
Ahora existe otro logro menos visible, más difícil de medir sobre las coordenadas del tablero, pero de una importancia nada despreciable para el porvenir: un inmenso espacio ha sido ocupado y consolidado por las nuevas generaciones de militares venezolanos para los cuales también se cayó la máscara del régimen. Los militares jóvenes de la Patria de Bolívar no estamos dispuestos a soportar el oprobioso papel de ser la guardia pretoriana de un origen ilegal e ilegítimo (...) La fuerza armada, en fin dio un paso al frente para encontrarse con su pueblo. Y conquistó sus espacios de lucha sobre el área de batalla en que se ha convertido el país nacional.[2]
Tras el fracaso del golpe de Estado del 4 de febrero, los bolivarianos iniciaron un drástico cambio de estrategia para la consecución de sus objetivos. La variación de la táctica se centró en lo que se denominó la Revolución Bolivariana, caracterizada por ser pacífica y democrática. Esto es, la Revolución suponía una renuncia explícita a la toma del poder a través de las armas, así como un compromiso de no hacer uso de la violencia una vez que se estuviera en condiciones de gobernar. El instrumento a través del cual tuvo lugar la Revolución fue un cambio constitucional inmediato.
Este proceso, que aprendió de los errores de la experiencia chilena, diseñó una constitución de raigambre bolivariana en la que se ratifica su carácter profundamente democrático, se hacen valer los derechos civiles y la libertad de los ciudadanos y se proclama luchar por la igualdad y la justicia social. Como constitución redactada a favor del pueblo hace valer los derechos de los indígenas, se presta atención a la conservación y cuidado del medio ambiente y trata que la política tributaria esté en dependencia de los ingresos; todo ello ha provocado la oposición de la burguesía nacional y del imperialismo norteamericano. De esta manera al renovar la constitución y alcanzar mayoría en el parlamento, el gobierno ha emprendido leyes de beneficio popular.[3]
El poder popular venezolano ha movilizado a la población a través de los Comités Bolivarianos, los que han enfrentado de forma audaz a la oposición que cuenta con el apoyo del capital norteamericano y privado, que tiene una gran presencia en el dominio económico del país. Una acción de la oposición fue el intento de golpe de Estado que no fructificó porque Chávez y sus seguidores retomaron al poder. Pero se han mantenido las maniobras opositoras de la derecha, un ejemplo de ello fue el intento de los directivos de PDVSA de paralizar económicamente al país, intención que no se materializó por la capacidad movilizadora del gobierno revolucionario, su estrategia de pronta recuperación de los daños causados y la aplicación de medidas severas contra aquellos elementos boicoteadores y violadores de la constitución bolivariana.
El proceso revolucionario venezolano ha tenido singularidades. Se desmanteló el congreso anterior y creó la asamblea nacional soberana y patriótica, en la que ha tenido mayoría el proyecto revolucionario V República lo que ha favorecido la implementación de leyes de beneficio popular y de políticas tendientes al progreso del país en todos los órdenes. Se ha recibido el apoyo de las fuerzas armadas y del pueblo, lo que hizo fracasar el intento golpista y el paro económico del país con la manipulación de PVDSA. Se ha instituido una política democrático-participativa, que ha hecho posible el cumplimiento de los programas agrario, de salud pública, educacional, de desarrollo económico, de vivienda, de aumento del bienestar y del consumo de la población a través de los mercados estatales y no estatales. Se ha establecido la consulta periódica y rendición de cuenta ante el pueblo de las gestiones del gobierno. Se reconocen los derechos de los pueblos indígenas a que se respete su cultura e idiosincrasia, Por consiguiente, se ha consolidado el poder del proyecto revolucionario V República, lo que se manifestó de forma particular en el triunfo del referendo revocatorio celebrado en el año 2004. [4]
La revolución socialista bolivariana está estableciendo un nuevo modo de concebir la economía, que le da máxima prioridad a los sectores más amplios y desposeídos de la sociedad. Está enfrentando los enfoques económicos difundidos por décadas en América Latina, para los cuales la preocupación es la competitividad y el "libre comercio", en cambio ahora Venezuela con su nuevo paradigma tiene como preocupación fundamental someter las acciones económicas al desarrollo social. Se evidencia que el paradigma bolivariano es una alternativa a la tendencia neoliberal que se impone tanto en lo económico como social.
Hasta el momento ha resultado ser positivo el proyecto económico, sobre todo para un país que arrastra con las crisis y fluctuaciones del sistema capitalista, que llevaba a Venezuela a una economía insostenible cuyos efectos perversos alumbraban la vía sin regreso a la privatización en forma generalizada y una tendencia cada vez mayor a la exclusión social de las grandes mayorías nacionales. Es un modelo de superioridad productiva, de equidad y de mejoramiento de la calidad de vida.
Al considerar que el paso al socialismo necesita un período de tránsito, del cual en sus obras filosóficas Carlos Marx plantea que es la toma del poder político por la clase obrera y los demás sectores explotados para la instauración de un verdadero Estado democrático que distribuya de manera equitativa el fruto del trabajo de la sociedad, sobre la base del carácter social de los medios de producción. El propio Marx explica que la edificación de este sistema no puede concebirse como un salto instantáneo, sino a través de un proceso de cambio o transición peculiar en cada país.
En este sentido el proceso venezolano que ha llegado al poder de manera institucional, se plantea este tránsito en el país de una sociedad capitalista a una socialista adaptada a las particularidades venezolanas; en este sentido la Carta Magna reviste una importancia vital en la transformación de la sociedad venezolana hacia esos fines. La constitución venezolana bolivariana es el resultado de un proceso de creación a partir de un verdadero debate para su redacción y aglutina los factores favorecidos en su defensa, lo que contribuye a la alianza e identificación de obreros, campesinos y demás sectores explotados alrededor de un mismo cuerpo legal. Fue refrendada en las marchas de los Cerros de Caracas y de todo el país en busca se su salvación y restitución, luego del golpe de estado que la anulara en abril del 2002.
La misma permite un orden jurídico institucional democrático; es inusual en el panorama latinoamericano pues contempla la figura del Referéndum Revocatorio a todos los niveles. La Constituyente permitió lograr al proceso una mejor posición en la Asamblea Nacional y en el número de gobernaciones del Movimiento V República, garantiza seguridad institucional al proceso surgido de su aplicación, dado lo difícil que sería reformarla total o parcialmente en contra de los intereses mayoritarios del pueblo venezolano. Es por ello que la reacción burguesa solo tuvo como única posibilidad la realización de un golpe de Estado para tratar de eliminarla.
Las primeras acciones comienzan en cuanto la Revolución llega al poder con el Plan Bolívar 2000, plan cívico-militar cuyo propósito se orienta a aportar soluciones contingentes a los problemas urgentes de la población a escala nacional, mediante el involucramiento y participación ciudadana. Se inició de este modo la primera ofensiva puntual con la intención de resolver necesidades de salud, educación e infraestructura, fundamentalmente a través del poder material y moral de la nación, para ello moviliza la Fuerza Armada Nacional (FAN) y las comunidades. Con estas acciones se tienen en cuenta las primeras necesidades de la nación que identificó Simón Bolívar: la moral, la educación y la salud.
Para ejecutar los planes sociales se establecieron misiones con un alto contenido participativo y colectivista, ya que se movilizaron las masas sin discriminación alguna. Las misiones se concibieron en las esferas educativa, alimentaria, servicios básicos y miscelánea. La primera tuvo los objetivos de instruir a los ciudadanos analfabetos (misión Robinson), proporcionar educación básica (Misión Ribas) y preparar a los beneficiados a estudios universitarios (misión Sucre), por lo tanto una misión educativa puede depender de otra; involucrar a la educación superior en el desarrollo cultural, sociopolítico y sociocomunitario (misión Cultura); despertar en los habitantes el interés por los bosques, el equilibrio ecológico y la recuperación de espacios degradados (misión Árbol) y modelar una nueva cultura científica y tecnológica que aborde la organización colectiva de la ciencia (misión Ciencia).
La segunda tuvo los propósitos de dotar las zonas pobres de ambulatorios eficaces y otros servicios médicos asistenciales (misión Barrio Adentro) y la operación de afecciones de la vista de forma gratuita a los ciudadanos de menos recursos económicos (misión Milagro); de embellecer los lugares públicos y construir viviendas (misión Hábitat), mercados y supermercados (misión Mercal) que permiten la mejor distribución y almacenamiento de alimentos a bajos y mejores precios.
La tercera incluyó mejorar las condiciones de las etnias minoritarias y marginadas, representadas en los indígenas (misión Guaicaipuro); agilizar el trámite de los documentos de identidad del ciudadano común (misión Identidad); promocionar las actividades agrarias, que resultan fundamentales en un país demasiado urbanizado (Vuelta al campo); ayudar a todos los niños y niñas de la calle que sufren el embate de la pobreza (misión Negra Hipólita) y apoyar a las amas de casa en estado de necesidad, a fin de que, junto con sus familias, superen la situación de pobreza extrema mediante su incorporación a programas sociales y el otorgamiento de una asignación económica (misión Madres del Barrio).
Las misiones constituyeron una respuesta para atacar los males más graves de la sociedad. Una mirada a sus objetivos sociales pone de relieve el espíritu de las ideas de Simón Bolívar, quien afirmó: "El sistema de gobierno más perfecto es el que produce la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política". El equilibrio social se orienta hacia los principios de universalidad, equidad, participación y responsabilidad como base de la garantía de todos los derechos para todos los ciudadanos y las ciudadanas y a potenciar su pleno desarrollo.
Estas misiones reflejan la preocupación real por acabar con los males sociales y hacer cumplir el anterior argumento de Simón Bolívar de producir la mayor suma de felicidad posible a su pueblo. También se destaca en ellas la atención a los indígenas por los cuales el Libertador procuraba su libertad como procuraría su vida misma.
Independientemente de estos beneficios durante el año 2001 fueron aprobadas por la Asamblea Nacional 49 leyes habilitantes. Estas leyes que le daban rigor de ley a las ideas transformadoras, polarizaron radicalmente el proceso revolucionario, al afectar de manera directa los intereses de la oligarquía. Con estas se lograría la necesaria redistribución de la riqueza nacional y la ejecución de una nueva política fiscal y financiera.
Una de las leyes aprobadas fue la de Hidrocarburos. Esta redistribuía las ganancias de la empresa estatal, que luego de la privatización, había pasado a ser un mero intermediario de las transnacionales. Esta ley permitió el dominio necesario para la redefinición de la política petrolera, que buscó en adelante una integración internacional en aras de una valorización de los precios del petróleo. A través de ésta el Estado, con el régimen concesionario, ha podido aprovechar las ventajas de la utilización del capitalismo de Estado, como definió Lenin este tipo de economía y método de socialización.
La ley de Tierras y Desarrollo Rural es otro de los cuerpos legales más importantes, pues establece los mecanismos para acabar con el latifundio, a través de la expropiación de tierras ociosas, incluso si fuese necesario, las tierras concentradas en las manos de la burguesía agraria que resultaran improductivas. Esta normativa ataca uno de los pilares fundamentales de la propiedad privada y sienta las premisas para la transformación gradual socialista de la tierra, aún cuando no posee el carácter radical de una reforma agraria. Esta no solo ha posibilitado el otorgamiento de tierras en cooperativas, sino también un sistema de financiamiento al desarrollo agrícola para el otorgamiento de maquinarias e insumos a los productores, con lo que se potencia la producción nacional para la sustitución de importaciones y creación de empleos. La ley debe verse como el primer paso hacia una posterior radicalización de la propiedad social de la tierra. La normativa es una de las que más ha sufrido los efectos de la descentralización del poder en el aparato burgués.
En el orden financiero se realizaron importantes transformaciones sobre la base de un paquete de leyes tales como la de Bancos, que obliga a la banca privada y al Banco Central (independiente y neoliberal) a financiar el desarrollo del país, a partir del financiamiento a actividades agrícolas y productivo-cooperativas. La ley de Microfinanzas que posibilitó la creación de bancos como el de la mujer, el del pueblo y el Fondo de Microfinanzas.
Se impuso además la ley del Impuesto sobre la Renta y el Código Tributario para la recaudación, por parte del Estado, de un monto ascendente al ingreso petrolero; en otros gobiernos la burguesía no pagaba impuesto alguno sobre sus ganancias. Esta ley permite la distribución verdadera y justa de la riqueza nacional. Fue aprobada además la ley de Protección al Deudor que establece la no aplicación de una tasa de interés superior al 5,6 % para aquellos venezolanos que no superen las 500.000 bolívares de ingreso, lo que permite una actuación directa en favor de la clase media más débil.
Estas leyes han permitido el amparo legal para la realización de medidas de transformación económica hacia la construcción de la nueva sociedad. Con éstas se han creado también las condiciones para la socialización de la propiedad, con la creación de cooperativas y empresas mixtas entre el Estado y los pequeños productores, por lo que se han sentado las bases para la posterior transformación de la propiedad privada. Con dichas medidas se le ha restado influencia económica a la oligarquía, aún cuando es todavía notable.
Con el impacto de las transformaciones socioeconómicas se comienzan a crear las condiciones para la base técnico material. Importantes sectores económicos se desarrollan a partir de la propiedad del Estado, lo que potencia la ampliación (no sin dificultades) de la propiedad social, junto con el desarrollo del capitalismo de Estado y las cooperativas, tipos de propiedad y métodos de socialización planteados por Lenin desde su experiencia política como sostén del tránsito al nuevo sistema alternativo. Al respecto hay que señalar que todavía no se logra que todas las empresas estatales y proyectos cooperativos sean eficientes debido, entre otras causas, a la insuficiente democracia participativa en la base, que no permite la total identificación de los colectivos laborales con el proceso productivo.
Es insoslayable la influencia que ha desempeñado en este proceso la acción internacional del gobierno en su política exterior, que ha posibilitado incrementar las áreas de comercio e intercambio hacia zonas de importancia para la economía mundial (China, Rusia, India, Irán, Argentina), lo que limita la dependencia del capital norteamericano.
El proyecto ético es socialista y bolivariano, contempla todas las actividades del hombre ya sean las de carácter religioso, político, social, económico, etcétera. En la dialéctica del proyecto aparecen varios desafíos, entre ellos la necesaria superación positiva de la miseria y la pobreza material y espiritual que garantice la realización de la ética y no su anulación. Está claro que el estado de necesidad permanente anula cualquier posibilidad real del ser ético.
La construcción de un Estado ético exige funcionarios honestos, eficientes que más que un altar de valores, exhiban una conducta moral en sus condiciones de vida, en la relación con el pueblo y en la vocación del servicio que prestan a los demás. Un Estado del cual se sienta parte el ciudadano. El Estado está llamado a ser el espacio ético por excelencia, si no lo es, el ciudadano no tendrá motivo para serlo.
Los proyectos económico, político, social, ético y cultural de la Revolución Bolivariana de Venezuela responden a las necesidades de los desposeídos, están en función de la mayoría del pueblo. Es evidente su contenido bolivariano que se expresa desde la constitución hasta la praxis de los mismos, en los cuales se recoge la esencia de las reflexiones filosóficas de Simón Bolívar, aplicadas a una nueva realidad.
El prestigio de la revolución bolivariana ha crecido a los niveles latinoamericano e internacional por su propuesta de la Alternativa Bolivariana para las Américas y el protagonismo en los proyectos Mercosur, ALADI, el Pacto Andino y recientemente los convenios petroleros con la cuenca del Caribe, como alternativa frente al neoliberalismo y el ALCA. Con ellos se ha logrado un intercambio mutuamente ventajoso para los países del área sin la tutela del imperialismo norteamericano y un mayor grado de cohesión y coherencia regional.
No es posible hablar del proceso bolivariano sin considerar a su oposición; no obstante en la medida que ésta ha ido imponiendo trabas a la dirección de la Revolución se incrementan las medidas de transformación y su carácter radical. Durante la campaña electoral del 2006 Chávez reafirmo su convicción de que el sistema capitalista no permite el desarrollo de una sociedad democrática y de que solo en el Socialismo se pueden desarrollar las ideas humanistas de la revolución bolivariana. Explicitó que aquel que votase por él, estaría votando por la construcción del socialismo en Venezuela. Luego de su triunfo, con más de un 60% de los votos, aceleró las medidas de cambio con la aprobación de una Ley Habilitante por parte de La Asamblea Nacional que le permitió, en primera instancia, la nacionalización de las telecomunicaciones (CANTV), vital sector en la ejecución de los planes de desarrollo; de la generación eléctrica, importante sector para la economía al orientar la producción hacia los intereses nacionales. También fue nacionalizado, en régimen concesionario, la producción petrolera en la faja del Orinoco que representa el 18% de la producción nacional. Se relanzó la moneda nacional. lo que permitió disminuir el flujo financiero y un mayor control ante la corrupción y la inflación.
Aun cuando la Reforma Constitucional no fue aprobada, el 2 de diciembre de 2007, el mínimo margen por el que este proyecto perdió señala el apoyo de una importante mayoría del pueblo venezolano que desea la transformación de la sociedad. Esta experiencia sirvió para evaluar la efectividad de las fuerzas chavistas en el proceso de divulgación de los aspectos de la reforma. En esta ocasión la propuesta no emergió de un debate nacional de base, sino luego de evaluar la propuesta de la presidencia, la Asamblea Nacional sancionó la reforma para que fuese luego explicada a la población que debía votarla en referendo. Fue en esta mediación que se limitó la capacidad de debate del pueblo y no en el supuesto cansancio de las fuerzas chavistas alegado por la oposición, donde radica una de las causas de su no aprobación. Ello demuestra la constante necesidad de perfeccionar los mecanismos de participación del pueblo, su inclusión en los procesos de decisión más estratégicos para elevar su compromiso y preparación política.
Este periodo, superior en el orden político y teórico, planteó la necesidad de la fundación de un partido que constituyera la vanguardia dentro del pueblo venezolano, que pudiera potenciar una verdadera conciencia socialista en las masas, que definiera en sus bases teóricas, ideológicas y políticas las vías para la edificación de la sociedad alternativa. Como Venezuela sufrió por décadas un amplio repliegue de las fuerzas de izquierda, en especial las marcadamente marxistas tales como el Partido Comunista Venezolano, esto condicionó que este proceso se diese sobre la base de un proyecto de transformación política, jurídica, económica y social que se sustentaba a su vez en el bolivarianismo, corriente ideológica no marxista que no contempla la lucha de clases, el mismo está representado en el Programa Electoral Constituyente del Movimiento Bolivariano Revolucionario, que basa su fuerza en las contundentes victorias electorales del presidente Chávez.
El presidente Hugo Chávez encabezó los esfuerzos para, desde el 2006, convocar a la militancia de los diversos partidos a que apoyen el proceso de cara a las elecciones de diciembre, a que se uniesen en un solo bloque que brindase unidad política y de acción para impulsar el proyecto socialista. La propuesta logra el apoyo de diversos partidos de la izquierda venezolana (Movimiento Quinta República, el Movimiento Electoral del Pueblo, el Movimiento Independiente Ganamos Todos, Unidad Popular Venezolana, el Movimiento Tupamaro y la Liga Socialista, etcétera). Aun cuando otras organizaciones políticas (Patria para todos, Por la democracia social y el Partido Comunista de Venezuela) rechazaron la propuesta, en sus bases diversos cuadros importantes para el proceso de cambio renunciaron a sus militancias y se unieron al nuevo partido.
El proceso de creación del partido tuvo uno de sus momentos más importantes en las inscripciones populares para aspirar al ingreso al mismo, con un total de 5.669.305 aspirantes, lo que consolidó la identificación popular con la ideología socialista, aún cuando no todos formasen parte del mismo. Luego fueron elegidos los propulsores de los batallones, así como los 22 batallones de base. Estos eligieron sus voceros en cada estado, de esa elección surgieron los delegados al Congreso Fundacional, lo que garantizó la procedencia popular y democrática de los participantes al cónclave nacional. Este procedimiento trajo consigo la no elección de aquellos cuadros que habían demostrado su inconsecuencia con el proceso, así como el surgimiento de otros que se destacaron a nivel popular, cuestión de vital importancia en el proceso de formulación de la Declaración de Principios.
El Congreso Fundacional es desarrollado desde finales de enero de 2008, con el objetivo de realizar la Declaración de Principios del Partido, formular el programa, definir los estatutos, acordar los mecanismos para seleccionar los candidatos a cargos de elección popular y elegir a las autoridades transitorias. En el mismo se debatieron temas de gran importancia, tales como la construcción del socialismo y del poder popular, la defensa de la Revolución, la naturaleza y la soberanía, el internacionalismo y la socialización del poder.
En el proceso de la declaración de principios del partido se evidenció la fuerte presión popular para la radicalización de dicho documento, que contempla que el partido es heredero del pensamiento de Marx, Engels, Trotsky y Lenin, por lo que deja a un lado una etapa de indefinición ideológica del proceso bolivariano y precisa la especificidad de la ideología de Socialismo del siglo XXI, tan debatida por diversas tendencias reformistas que intentan desligarla del pensamiento marxista. Así mismo declara que el Partido Socialista Unificado Venezolano es obrero, anticapitalista, antiimperialista, humanista, bolivariano y la necesaria expropiación estratégica de los medios de producción capitalista, lo que refuerza el radicalismo de su base teórica y vislumbra que este proceso es visto en su complejidad y evolución.
Se eligió como presidente del PSUV a Hugo Chávez, se decidió que la asamblea de delegados y delegadas —conformada por los integrantes del Congreso Fundacional— fuera la máxima autoridad del partido, lo que da continuidad a la ruptura con la tradición clientelar y elitista de los partidos políticos en Venezuela, con ello se logró el marco democrático de participación indispensable para la vinculación consciente de las masas con el proceso de transformación. De ello es expresión el hecho de que en el proceso de elección de sus candidatos a gobernadores el partido marcó un hito en la historia política venezolana, al seleccionar en elecciones internas sus candidatos.
El PSUV tuvo ante sí la tarea de definir su programa político, que fue aplazado por las elecciones de gobernaciones y alcaldías, y de ofrecerle a la masa trabajadora, campesina y explotada la guía necesaria para la acción revolucionaria, a través de acciones para la superación del aparato político estatal burgués que frenaba a la Revolución luego de no poderse aprobar la Reforma Constituyente que atacaba los elementos de base de IV Republica que siguen con vida.
En este orden es indispensable ampliar la participación popular en las decisiones de todo tipo, como arma ante la labor opositora dentro y fuera de las filas del proceso. El PSUV tendrá también como tarea primordial constituir, con toda su militancia, el referente ético para la sociedad. Deberá dedicar atención a la preparación política de sus miembros y de la sociedad para lograr la socialización de los nuevos valores y principios en la formación del hombre de la sociedad socialista. Es necesario que potencie una creación teórico intelectual que dote al proceso de una interpretación cabal y genuina de las doctrinas de la construcción del socialismo y permita la elaboración de medidas transformadoras. Sus militantes deberán constituir un ejército de apoyo a la labor antiburocrática y anticorruptiva del Estado, al aportar dirigentes que contribuyan a la labor gubernamental, sin confundir las funciones del partido y las del gobierno.
El partido ha de proteger la aplicación de las transformaciones socialistas, no solamente garantizar la seguridad de las conquistas alcanzadas, sino inyectar el influjo radicalizador necesario. El proceso no puede sostenerse únicamente en la confianza popular hacia el presidente Chávez, sino también hacia el partido.
Las lecciones del proceso venezolano nos enseñan que el problema del poder de la izquierda en América Latina no reside sólo en constituirse en una alternativa al modelo neoliberal en las condiciones en las que el Estado sea tomado, porque en la actualidad los estados latinoamericanos están debilitados en su capacidad autónoma de decisión, debido a la hegemonía del capital financiero internacional y a la crisis fiscal que padecen por el déficit presupuestario. El problema es muy complejo, se trata de desarrollar una política desde el poder que subvierta la situación con profundos cambios económicos, políticos y sociales. Es hacer la revolución aunque ello lleve implícito un proceso gradual de reformas. Lo que se tiene que determinar es hasta dónde llegarán los cambios.
Es esto lo que acontece en la actualidad en Venezuela, empeñada en llevar a vías de hecho los programas agrario, educacional, de salud, de ayuda a los más desfavorecidos, de integración regional para contrarrestar los designios hegemónicos del ALCA y las políticas neoliberales, de desarrollo de una política interna tendiente a frenar al neoliberalismo, de creación de fuentes de empleo, de promover la inversión económica y el desarrollo industrial del país para satisfacer las necesidades de la población.
Es de destacar que el proceso venezolano es de una naturaleza revolucionaria inédita, en él la construcción de un socialismo de sólido arraigo popular se asienta en un profundo carácter democrático en el que la consulta popular se hace norma para toda la vida del país; por tanto el propio ejercicio del poder es colegiado al nivel del gobierno y de la Asamblea Constituyente, ello se refrenda por una Constitución que debe ser elogiada por su concepción profundamente patriótica, latinoamericanista y bolivariana.
Tal naturaleza es evidente en el reciente proceso electoral en el que se manifestó en todos los procedimientos democráticos y éticos el respeto a la oposición que pese a sus maniobras no pudo desmentir su derrota ante la avalancha del apoyo popular a Chávez, que es resultado de las conquistas materiales y espirituales que el venezolano siente en su propia vida con la Revolución.
El socialismo que se construye en Venezuela se ha apartado de los viejos y caducos estilos centralistas de ordeno y mando que se vivieron en el otrora campo socialista. Este proceso ha resaltado el carácter auténticamente latinoamericano, que se fundamenta en las tradiciones de su pueblo y en el respeto a la diversidad de todo tipo. Lucha por el pueblo y para el pueblo. Su forma original de manejar la economía, al tomar en consideración la debida correlación entre lo privado y lo estatal según las condiciones objetivas del país, constituye hoy una enseñanza para los procesos socialistas actuales sin renunciar ni a los principios, ni a la esencia popular de la Revolución.
El mayor aporte del proceso bolivariano es que ha implantado un sistema democrático en el poder que concibe la participación efectiva de los variados sectores de la sociedad civil en una dinámica que coadyuva a la gradual consolidación del proceso revolucionario. Se pone de manifiesto de forma coherente la tesis gramsciana del reciclaje profundo entre la sociedad civil y el Estado, que posibilite a través de una comprensión y quehacer profundo de la cultura el que se logre la verdadera hegemonía en el proceso revolucionario, que es lo que permitirá la verdadera consolidación en el futuro de la Revolución bolivariana y la convertirá en un paradigma para la revolución latinoamericana en el siglo XXI.

David Moreno
17812731
CRF

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